Sin embargo, con su última campaña, títulada 'Unhate', Benetton parece querer recuperar, aunque sea un poco, esa provocación por la que se caracterizaba. En este caso, en vez de utilizar temas como el Sida o imágenes que rozan lo macabro, la firma italiana ha preferido no desligarse demasiado del, digamos, "buenrrollismo" característico de su actual filosofía de vida (realmente, siempre intentó ser una marca progresista, pero por alguna extraña razón, los progresistas, al llegar el s. XXI parecen haberse vuelto todos personajes de una película de dibujos animados para menores de 13 años) y ha optado por una provocación púramente política. ¿Cómo? mediante fotomontajes que muestran a diversas personalidades políticas y religiosas del mundo besándose entre sí.
Así, bajo el lema de "contra el odio", podemos disfrutar de bellos momentos de pasión entre Obama y Hugo Chavez (Obama, que repite, debe ser el más amoroso de todos los líderes: también protagoniza otra gráfica comiéndole los morros al líder chino Hu Jintao); Merkel y Sarkozy, el presidente palestino Habbas y el primer ministro israelí Netanyahuy o el Papa Benedicto XVI y Ahmed Mohamed el-Tayeb, cuyo nombre nos da una pista de su profesión.
actualizado:
Debido a que la Santa Sede se ha sentido ofendida por el cartel del Papa, Benetton - que ya ha logrado causar el impacto necesario - ha decidido retirar el cartel. Especialmente, tras el aviso del Vaticano de llevar a cabo las gestiones necesarias "para garantizar el respeto de la figura del Santo Padre" (forma sutil de decir: 'o quitais el anuncio o aparece vuestro perro muerto colgando de una pica de la guardia suiza'). En fin, al menos siempre nos quedará internet para recordar esta gráfica.
.-Y cambiando plénamente de tema, no puedo dejar pasar la ocasión para enseñar esta máquina de vending (así, amigos, es como se llaman realmente las máquinas expendedoras) que Lays ha ubicado en un supermercado para demostrar que ellos no tienen nada que esconder, y que sus ingredientes son, básicamente, buenas patatas y sal.
Lo reconozco: cada día me fascinan más las máquinas de vending. Resumir mediante un mecanismo automatizado, de un modo simple, todo el proceso de compra, y tratar de hacerlo original, me resulta de lo más hipnótico.
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