_ya casi es Samhain.

Al menos para los wiccanos; para el resto del mundo (principalmente occidental) es, sencíllamente, Halloween, el Dia de Todos los Santos o el día internacional de Michael Myers.

Y si bien no hay un disfraz de Walking Dead (Season Two - Temporada Dos) en mi armario, ni caramelos con aspecto de araña en mi despensa - tampoco tengo despensa, todo sea dicho de paso -, aprovecharé la oportunidad para colgar un spot que, pese a que se emitió durante principios de verano, es esta noche cuando más encajaría desde un punto de vista del posicionamiento estratégico.

Dejando de lado el hecho de que haya sido capaz de contratar a Rob Zombie para dirigir un spot una marca ubicada en un sector cuya concepción de "publicidad innovadora y atrevida" consiste en el abuso de efectos visuales - y probablemente de ácido lisérgico - para mostrar moléculas de barro gigantes, yo me pregunto: ¿no sería más inteligente desempolvar este anuncio, condenado a los blogs de terror, de publicidad y los amantes del Metal Industrial de los 90, y tratar de colocarlo en unas cuantas salas de cine que emitan peliculas de miedo esta noche?

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Claro que para aprovechar bien el tirón de estas fechas tan señaladas, así como el éxito que están viviendo - irónico concepto para ellos - los zombies desde hace ya unos años, otra marca que tampoco conoce el concepto de "arriesgar e innovar" (pero que no necesita conocerlo: es fiel a su estilo y a la gente le gusta eso), ha sacado este spot.

Y fijo que también les vale para el día de San Valentín.

Actualizado:

A través de La Criatura Creativa descubro que Fanta (The Coca Cola Company, vamos) ha sacado al mercado una edición especial con motivo del Halloween; edición que ha apoyado con un spot animado en el cual se infantiliza bastante la iconografía del 1 de noviembre y cuya voz locutada posiblemente sea una de las más espantosas que se han escuchado en publicidad en los últimos meses. Si lo han hecho para compensar la falta de miedo que provoca su aniñada (algunos dirían que "juvenil") estética, eso ya nadie lo sabe.

Ahora bien, las latas si tienen su encanto. Y como una imagen vale más que mil palabras, aquí van dos mil palabras.